Porque detrás de cada tuna hay cientos de historias. Amores conquistados y romances conseguidos. Fiesta, alegría y serenatas. Largas noches de ronda a la luz de la luna, entre música y poesía. ¿Cuántas enamoradas se han asomado al balcón en busca de las historias de pasión y algarabía que narran estos juglares siempre dispuestos a robarles un beso? Las tunas son todo eso y mucho más. Llegan los tunos. Comienza la fiesta.
Este nombramiento es aún más importante si cabe porque soy murciana y licenciada por la Universidad de Murcia, descendiente de aquella primera universidad que en 1.272 fue fundada por Alfonso X. El Rey Sabio ya en “Las Partidas” hablaba de los tunos como sopistas, humildes estudiantes universitarios que rondaban bares y tabernas y cambiaban música y simpatía a cambio de un plato de comida.
Durante unos días los murcianos y los carmelitanos se rendirán al embrujo de las tunas. Y yo, ya seducida por sus serenatas, por el laúd y la pandereta, como una enamorada más dejo una cinta en la capa de cada uno de los tunos que van a participar en este certamen, invitándoles a disfrutar de esta tierra y de una ciudad, Murcia, que una vez vista, sentida y vivida no se olvida jamás.