A lo largo de mi carrera taurina han sido muchos los premios que he recibido pero, la verdad, este tiene un significado especial.
Por muchas razones. Es el barrio donde nací, donde me bauticé. El testigo de mis primeras travesuras y amores. El lugar donde empecé a soñar con ser torero, en el solar de lo que fue el matadero.
Hablar del Barrio del Carmen es como para un sevillano hablar de Triana. Estamos al otro lado del río y de aquí han salido grandes toreros como mi antecesor, El Niño del Barrio. Es el lugar donde vive y trabaja mi familia; donde todos me conocen, me saludan, me quieren.
En mi vida, la Virgen del Carmen está siempre presente. Nací un 16 de julio. Mi abuela se llama Carmen, al igual que mi madrina y una de mis hermanas. Por mi padre, Rafael, me pusieron Rafaelillo; de lo contrario, hubiese sido Carmelo. Siempre llevo al cuello su medalla. Me acompaña en la soledad del ruedo; me da la fuerza que necesito para vivir esta profesión tan dura. Cada tarde, me la juego sabiendo que el manto que me protege es el de mi Virgen del Carmen.
Estoy orgullosísimo de que los tunos hayan reconocido mi labor como torero, nombrándome Gran Maestre del XIII Certamen Internacional de Tunas de mi Barrio. Estoy deseando que llegue el día en que haga el paseillo para recibir tan honrosa distinción.
Os admiro porque sabeis hacer de la vida una Fiesta, y os doy las gracias de corazón por acordaros de un torero que ha entregado su vida a otra fiesta, La Fiesta Nacional.